El positivo impacto de los clusters en la competitividad y la innovación de las organizaciones que los integran y en el desarrollo del territorio donde se ubican ha motivado que los gobiernos diseñen políticas de apoyo a estas estructuras. En el artículo se comentan las iniciativas impulsadas desde la UE a raíz de la aprobación de la Estrategia de Lisboa (2000-2010), analizando especialmente la apuesta europea de potenciar la cooperación para lograr clusters potentes, capaces de competir a nivel global y con una gran visibilidad internacional.