La elaboración de la política energética en la UE avanza lentamente. Las diferencias, entre los Estados miembros, la ausencia de una política exterior común efectiva y la poca confianza en las acciones conjuntas, contribuyen a ralentizar el proceso, dando lugar a un «no modelo» de política energética insostenible en el largo plazo, dados los retos a los que se enfrenta la UE. Sin embargo, el poder de actuación de la UE puede constituir una potente herramienta de su política energética, frente a la tentación del bilateralismo. Por otra parte, la estructura de propiedad y el ámbito de actuación de las empresas energéticas son cuestiones que pueden llegar a ser de notable importancia futura en la definición de los objetivos e instrumentos de la política energética única.