La energía es un bien básico y estratégico que se encuentra en la agenda actual de todos los países. Hechos como el desajuste entre oferta y demanda de combustibles fósiles o las restricciones en el suministro de gas, han suscitado un debate sobre el futuro energético mundial. España no es ajena a este contexto de preocupación. Muy al contrario, tenemos mayores motivos de inquietud: un grado de dependencia energética superior al 80%; inseguridad en el actual armazón regulatorio del sector. Sin embargo, también contamos con otros elementos a favor como un mix tecnológico bien diversificado; una posición ventajosa en el desarrollo de energías renovables; unos operadores de redes de transporte de electricidad e hidrocarburos eficientes.